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Wole Soyinka: Muestrario de cicatrices 12/02/2010Publicado en Revista Koult



La editorial Bartleby Editores ha hecho realidad la traducción de los poemas de Akinwande Olube, Wole, Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934),y su publicación a través de la labor de traductor de Luis Ingelmo, que también nos acerca al aliento y a la idiosioncrasia del poeta africano en el prólogo. La trayectoria literaria de este autor ha sido incesante: ha publicado más de veinte obras de teatro, dos novelas, cinco volúmenes de memorias, cuatro de ensayos, y cinco de poesía. Ha sido el primer africano en recibir el Pemio Nobel de Literatura en 1986. Es considerado uno de los intelectuales contemporáneos más destacados, comparado con los grandes innovadores del lenguaje narrativo.

“Lanzadera en una cripta” es poemario universalista con los lugares, con las personas y la experiencia que vivió su autor en presidio. La agonía acariciada de lirismo, que comulga con la tierra y las raíces, engulle el sadismo de los carceleros abruptos,la situación sociopolítica, la corrpución, la religión, las creencias y las costumbres, la tortura psicológica en los arrestos, interrogatorios y dos años de reclusión incomunicada entre cuatro paredes de pocos metros cuadrados. La poesía se presenta como un arma contra el aislamiento inhumano, desde el cantar del pájaro tejedor atrapado que descarga afluentes de visiones, que evoca a la pureza de la esencia negra de la África que se desangra, desde invocaciones mitológicas clásicas.Un poemario que propone, expone y analiza la exaltación en la hendidura del alma, y su pesar.

En el poemario Lanzadera en una cripta, nos encontramos ante un libro que oscila entre la simbiosis de la meditación con la descripción de la memoria comprimida al extremo.Una palabra que se teje desde el apoyo en paredes frias, donde los muros no dejan entrever la luz del sol interior, la del poeta que universaliza la mitología autóctona, elevándola a alegoría. Wole consiguió sobrevivir y aguantar la presión física y psicológica durante años de prisión escribiendo en papelitos,, paquetes de cigarrillos o papel higiénico los poemas con la única luz de su fuerza interior. La de Soyinka se trata de una poética que traspasa muros, libera vidas de energías enroscadas en criptas.

El primer bloque de poemas se agrupa bajo el título “Etapas del peligro”. Leemos “Aunque los muros/desgarren las costuras raídas/del manto mágico que compartimos, ya/más no puedo acercarme/y aunque cierre los oídos/a la melodía de la partida, aullad/en la hora del sueño, decidles a estos muros/que hay un colmo para la aflicción en el corazón del hombre” en el poema “A los locos subidos al muro”.

En el segundo bloque, nos esperan “Cuatro arquetipos” occidentales. A través de su trazado el autor nigeriano describe la situación sociopolítica de su País. Gulliver, José, Hamlet y Ulises son las metáforas de los errores, suposiciones, indecisiones, e imposiciones que ha padecido durante años la población nigeriana.

“Los tañidos del silencio” le dan continuación a los silencios respirados tras la mirilla. Serpientes de versos, donde la prosa también es apresada. En “Soportes” uno de los momentos cúspides de la lectura de este libro “Los muros/son el sepulcro de la nostalgia” mimetiza la magia en el misticismo naturalista, fragmentándolo en cinco poemas. “Mi temblor desagua en la eterna búsqueda/el brillo de un alfiler en el vacío nocturno/que criba el filtro del día/y en mí, mortajas de gris reposo/aire suavemente agitado, en mí se deposita el polvo/un mirador, vistas a la capilla en ruinas” En “Cortejo”, otro poema del mismo bloque, se afirma, “Yo, que ante ellos atisbé sin ser visto/que me mantuve con una sola pierna sobre/el borde sin pisar, por miedo a no volver”. Levanta su voz contra el asedio de las sombras, las ejecuciones de la mano colonizadora. Manos condenadas de culpa, miedo, humillaciones, éxodos.

“Prisionettes” está dedicado a todos los que participaron en el experimento de cómo acabar con la mente humana en dos años, desde el preciosismo del pulso tembloroso entre rejas, el ritmo insistente, asimétrico, creando el conjuro “animístico”, poemas que inducen al estado de autohipnosis con repetición continuada, y acompañada por la direccionalidad de las imágenes en el estado de ingravidez. “Dieciséis pasos/por veintitrés.Mantienen/sitiada a la humanidad/y la verdad/tomándose su tiempo para taladarle la cordura” (“Enterrado vivo”). Percepciones, informes médicos, guardias, el morboso, el mirón. “Cada nuevo horror/abre apetitos inhumanos/no podría/pensar que estos huesos florecerán mañana” (“Flores para mi tierra”).

Escojo los versos “No te cubras de costras/ni hagas del dolor el lamento/de un farsante con mala lengua/su rostro una máscara de velos pintada/el aliento reseco por su propia bilis/un corazón de retazos y una sonrisa de calavera/para burlar los rigores del/exorcismo.//Grietas en la pintura.Legad/los solos latidos del duramen/ a los seguidores del velatorio/ recién nacidos” de “Aprés la guerre” para irrumpir en la raiz de los “Poemas del pan y la tierra” antes del “Epílogo”, donde condensa la declaración de intenciones. “Más allá de las paredes por aislar/sintió que los fuegos de la rapiña/ le ajaban los párpados. De día la injusticia/y de noche los llantos le marcaron a fuego/grietas rojas en las cámaras de su mente.” Vida y esencia repleta de enigmas, encrucijadas, el halo salvaje, espiritual, del ser que vive para liberarse. Cierra el libro con “Para Christopher Okigbo”, poema drámatico dedicado al compatriota, y poeta, que murió al comienzo de la Guerra Civil. Se hace presente también la figura de Victor Banjo, arrestado primero por traición al Estado y ejecutado más tarde, cuando arrestaron a Wole Soyinka.

“Lanzadera en una cripta” es la denuncia del terror convertido en creatividad y lirismo poético, tanto evocador como encrespado. Compendio contra el silencio y el sufrimiento. Atributos del escozor y las heridas de un ser que ha padecido el sistema político nigeriano, y ha subsistido con el fortalecimiento de la mente despejada y despojada para tejer hilos de discursos entre caminos poéticos y de dramaturgia mística de energía perecedera desde el corazón desgarrado y negro del devastado continente vecino que sobrevuela el paisaje corrupto de Nigeria de los años sesenta.

Versos que mantuvieron despierto, y con vida al autor. Un ejercicio que se propone como enfrentamiento a la locura causada por la privación de la libertad. El caudal de la contundencia lírica e imaginaria levantada sobre cimientos de rabia y resistencia.

HASIER LARRETXEA

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